15 ene 2010

PROFESIONES ANCESTRALES…

CESTEIROS



Uno de los casos de calles gremiales más conocidos en Vigo es la calle cesteiros. Con anterioridad se llamaba calle de la Amargura porque desde esta calle partía durante la festividad del viernes santo la procesión de la Virgen de la amargura o dolorosa.
Lo cierto es que recibió este nombre por el trabajo de un grupo de artesanos portugueses, pero lo que realmente más se producía y vendía eran cacharros de cerámica y también patelas y cestas para llevar el pescado.
No obstante, el aspecto de las edificaciones es lo más parecido que tenemos a un taller gremial en la época de la Reconquista.
Las casas constaban de 2 pisos: el primer piso tenía una fachada muy estrecha que daba a la calle, pues no se podía enseñar los productos debido a la competencia, que estaba prohibida. En el interior estaba el taller y allí el maestro y los oficiales elaboran manualmente los objetos. Este interior servía también de tienda. En el piso alto vivía el maestro, quien podía acoger algún aprendiz. La mayor parte de las casas de esta calle son del S. XIX. En esta época, Vigo era una villa marcada social y profesionalmente por artesanos y marineros, correspondiéndole a cada grupo casi un tercio de la población activa.



En la actualidad, al final de esta calle, podemos encontrar el taller de Antonio, que fiel a las costumbres sigue produciendo de manera artesanal las cestas típicas y objetos como nasas o garrafas que se usaron desde siempre en nuestra ciudad. Es el único cesteiro que queda en activo en Vigo. Además, trabaja en el CAT (Centro de Artesanía Tradicional de Vigo) que es un centro donde se protegen y divulgan los oficios tradicionales.

OSTREIRAS



El oficio de ostreiras adquirió tal protagonismo que la gente rebautizó con su nombre a la calle Pescadería. Día tras día, ofrecen sus ostras a las personas que se acercan hasta la plaza del Mercado de A Pedra en pleno casco histórico de Vigo.
En la actualidad de seis ostreiras, se pasó a cuatro en apenas dos años. Lo que pone en peligro una seña de identidad viguesa. Estas mujeres están ahí desde niñas y tienen entre 72 y 80 años. Además la cuota masculina se ha equiparado, dado que dos son ostreiros. El más joven se llama Fernando Martínez Rodríguez (44 años).

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